VOY A DECIRLO ASÍ DE CLARO Y ADEMÁS AÑADO ALGO MÁS : TODAS LAS PERSONAS TAMPOCO.
Hace tiempo leí un artículo de Martin Seligman (el de la Psicología positiva) que hablaba de la diferencia entre sinceridad y franqueza. Entonces pensé.....
Por otro lado sé que el bonachón de J. Rousseau defendía la teoría de que existe una tendencia inherente en el ser humano a la sinceridad.
Algunos trabajos de investigación por parte de estudiosos cognitivistas concluyen que todos los días mentimos todos, más allá de callarnos la verdad.
Incluso he escuchado algunos coach (!Qué peligro!) decir que es bueno aprender a no decir lo que se piensa en algunas ocasiones (sin aclarar a quien repercute y quien es el beneficiario y el perjudicado del silencio).
Pues bien, ante semejante confusión y teniendo en cuenta que a veces hay una delgada frontera para discernir, sin error, lo sincero de lo franco, lo conveniente de lo inconveniente, yo decido aparcar mis razonamientos y me centro en mis emociones. Estas tienen la costumbre útil de no mentirme
Lo que siento va a misa y
con sinceridad : estoy enfadada
con franqueza : tengo un cabreo importante
La cuestión es que me cuesta asumir la prepotencia humana. Pocas veces me encuentro con personas que recuerdan por lo menos de vez en cuando, que somos animales. Vale de acuerdo, mamíferos superiores. Pero todo el mérito nos viene dado por una evolución adaptativa de nuestra especie (gracias Darwin por aclararlo).
Hemos llegado lejos en la escala evolutiva. Ésta nos ha provisto de un cerebro con grandes capacidades. No hay duda, en eso somos los mejores (para bien y para mal).
Eso no nos confiere la patente de la superioridad. Vale, en ese apenas kilo y medio de cerebro se agolpan trabajadoras natas, tantos millones de neuronas como estrellas en el cielo. Pero no somos los animales más veloces, ni los que más olemos, ni los que más oímos, ni los que mejor vemos. En eso otras especies nos ganan por goleada.
Muchos animales (casi todos) tienen un sistema nervioso, y sienten, y con los que convivimos, porque optamos por ello, les utilizamos para asuntos muy diversos, digo algunos que se me ocurren por ejemplo, para paliar nuestras soledades, para cuidarles, para comerlos, para amarles, para maltratarles, para ayudarles, para torturarles, para investigar haciendo disecciones, para hacer cremas y disimular vejeces, para disfrutar la vida con ellos, para hacer diversas terapias y para matarles.
Estos mamíferos tienen emociones ( también nos contó esto el amigo Darwin ).Vale, más rudimentarias que las nuestras, pero en definitiva se alegran, se enfadan, tienen miedo, se entristecen y, por supuesto, sienten dolor.
No puedo respetar que haya personas que en nombre de la tradición, legalicen aprueben, y aplaudan la crueldad, la tortura y el martirio a nuestros semejantes.
No quiero respetar la idea de que yo, ser humano de naturaleza animal pueda por la fuerza poner a disposición de nuestra capacidad de crueldad a un animal para ser lanceado hasta la muerte.
Quiero enfadarme, indignarme y me gustaría que cada vez se unan más personas a este cabreo para unirnos masivamente en una protesta que acabe con estos festejos populares que martirizan a estos hermosos animales, compañeros de vida.
No hay argumento que valide el toro de la Vega y muchos más y NO RESPETO LA INSENSIBILIDAD Y LA TORTURA, NI A LAS PERSONAS QUE SE EMPECINAN EN SEGUIR NEGANDO LO EVIDENTE PARA JUSTIFICAR SU BRUTALIDAD.
Por suerte contamos con aliados importantes que nos ayudan a creer que no estamos equivocados/as.
Las personas que trabajamos en el ámbito del Crecimiento y Desarrollo Personal no debemos perder de vista una primitiva idea: uno de los objetivos básicos debiera ser el espíritu crítico.
ROSA ( FACILITADORA ASOCIACIÓN OREKA)
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